Friday, November 20, 2009

De Descansar: Crónica Fumikense del 1er Triatlón (Todo Terreno) de Xel-Ha 2009

Con la inminente llegada de Huracán/Tormenta Tropical Ida, lluvias torrenciales y la incredulidad de que el evento se llevara a cabo, la primera edición del Triatlón Xel-Ha se hizo, como planeado.

A diferencia de muchos triatlones locales, el enrackeo fue desde el día anterior. Llovía caía a cada rato desde Cancún a Xel-Ha, cayendo con una energía que delataba lo que venía. Yo, sin embargo, traía conmigo una sensación de tranquilidad y quizá preocupación. Llevaba una semana y media de descanso debido al fluido en la rodilla, resultado directo de un entrenamiento de 2 kilometros de nado y 110 en bici, e indirecto, del medio Ironman.

Vaya entrenamiento....

Entre el clima y mi rodilla, sentía el peso de mis ansias de no estar entrenando.

Pero lo haré. Como dé lugar.

El día de la competencia se mostró el clima amigable. Dejé mi puesto de tianguis/área de transición ordenado y me fui con Carlos al arranque del nado.

Esto tiene que ser uno de las salidas más padres que había visto en mi vida. El puente flotante de Xel Ha es de como 60 metros de largo y flota sobre el superficie del agua. Las olas rompían a unos 30 metros del puente sobre unas piedras, en la boca del estuario, haciendo que el puente meneaba. Lo cual presentaba un problema para varias personas: hay que dar un clavado. ¿Cuantas veces voy a agradecer mi loquísimo instructor de natación? El que felizmente se muere de la risa viéndonos dar panzazos que semejan a unos buenos hot cakes cacheteando a un sartén en una volteada. Practicábamos hartas veces para no dar clavados en posturas que se parecen a pavos de Navidad.

Los minutos pasaban y una por una, salían las oleadas. Había varios pavos de Navidad y cuando mi categoría se acercó, todas caminábamos como si hubiéramos ido a todos los bares del Yaxchilan la noche anterior. Algunas se sentaron sobre el puente, no sintiéndose con la seguridad de dar el clavado.

Yo me quedé de pie.

Esto lo tengo que saber hacer.

Arranque.

Di mi clavado a las aguas verdes y nadé hacia la caleta. Aline, mi maestra de los clavados, estaría muy orgullosa.

El momento que toqué el agua, sin embargo, sentí que estaba en problemas. Mi respiración estaba demasiada agitada por esta etapa de la competencia y mis hombros se sentían cansados. Me tranquilicé y me recordaba que lo puedo hacer, mientras veía los peces y medusas abajo de mí. Aun cuando me atoré en la primera boya (porque otros dos nadadores me cerraron el paso), pude librarme sin paniquear.

Saliendo del agua, eran unos 300 metros a la transición. Quité los goggles y la gorra y saqué mi trenza de las ligas, mientras corría a la T1.

Lo bueno de ser una nadadora lenta es que en la T1, es muy fácil encontrar tu bici.

Agarré vuelo en la bici y fui rebasando gente, haciendo carreritas con un ciclista con una casaca de un esqueleto.

Después de 10 kilómetros, me dejó el Huesudo. Sin albur.

Maldito...

Me acordé de mis rodillas ya en la carrera. En particular en la subida de (al parecer) 30 grados del puente de la carretera. Se tronaba y rebrincaban cosas en mis rodillas como si fuera robot, resortes y tornillos cayendo por todos lados. Ya por el otro lado de la carretera, había un camino no pavimentado y como llovió la noche anterior, charcos de lodo se encontraban por varios lados de la pista.

En este momento, de regreso, venían varios competidores, entre ellos, Rubén Grande.

Rubén es un triatleta local que ha hecho una serie de triatlones por todo el mundo. Hizo el Ironman 70.3 conmigo y su próximo reto es el Ironman completo de Cozumel. Independientemente de todos sus logros increíbles (entre las cuales están los varios Ironmans que ha hecho), la cosa que mas lo destaca es un detalle:

A Rubén le falta una pierna, de la rodilla derecha para abajo.

Mientras corría, pensaba en todo que el tuvo que enfrentar para llegar aquí. En todo lo que le decían y le hacían.

Conozco este país. Llevo 13 años bien vividos acá. El nopal, penacho y hasta las kekas los tengo pegados a la frente. Y también conozco la sociedad y su gente. Escucho la voz de la señora diciendo a su hija quién quiere bajar de peso "¿por que vas a ir a la yoga si la vas a dejar?" Veo al amigo talentoso quién rechaza la oferta para ir de giro musical a Alemania para no dejar sola a la novia, con la cual tronó tiempo después. Escucho las voces diciendo a los niños que no brincan/suben/juegan/tocan porque se van a lastimar. No te arriesgas, dicen. Estas más a salvo estandote quieto.

¿Ves que no vas a poder? Y tu con una pierna, ¿como?

Esto, más las miradas de morbosa curiosidad de todos los días a la pierna que le hace falta a Rubén.

No hagas nada. Te van a lastimar. Te vas a lastimar.

A mi me lastiman las bromas que le hacen a aquel niño Rubén, detrás de su espalda. Repudio la discriminación que le hacen.

Y aun así, es un triatleta.

Es un Ironman.

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Hace un año, en el Ironman de Cancún, había un señor que traía un letrero que decía:

"Today, No One Quits." (Hoy, nadie se rinde.)
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Había gente quienes sufrían la carrera pero una pizca de tenacidad hacia que aquellas piernas se acercaban a su dueño a la meta. Todos tenemos batallas. Todos tenemos broncas. Todos tenemos a alguien que no cree en nosotros, que da por hecho nuestro fracaso prematuro. Lo que no saben es que tenemos que fracasar para ser grandes. Tenemos que caer para aprender como no hacerlo de nuevo. Tenemos que llegar al último para saborear e entender lo que significa cruzar esta distancia al primer lugar. Que se trata del camino en sí.

Hoy, nadie se rinde. Hoy, nadie se descansa.