Sunday, January 29, 2012

Que Rico Es Terminar: Cronica Fumikense del 140.6 Ironman Cozumel 2011 (27 Noviembre 2011)


Mis movimientos estaban bastante mecánicos, debido a mi estado aturdido. Comí, lavé los dientes y metí los últimos detalles en mi mochila y me fui.

¿Que chingaos estoy haciendo a las 4 de la madrugada?

En el terminal de camiones, alcancé la de las 6 a.m. a Playa del Carmen y me tocó estar cerca a unos ingleses quienes claramente habían estado de fiesta toda la noche.

Vi el ferry de las 7 a.m. salir mientras corría al muelle desde la estación y tuve que esperar el ferry de las 8 a.m. a Cozumel.

Y ni siquiera se había empezado mi día.
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Hace como cuatro años, compré mi primera bici: una de montaña. Encontré un grupo de bici y en mi segunda rodada, a un lugar que se llama Punta Venado, me acuerdo de haber comido fajitas de res con un Veracruzano.

Esto fue donde conocí a Carlos, mejor conocido como Tekilo.

No vino a muchas rodadas pero me acuerdo de una donde nos fuimos por la Zona Hotelera sobre la playa. No tenía mi Camelbak así que use una mochila que me regalaron en un viaje de trabajo. Sobre ella, estaban las palabras "¡Que rico es Irapuato!" Mientras pedaleaba por la calle, Carlos salió de la nada y mientras me rebasaba me gritaba estas palabras.

Sobre la playa, lo vi delante de mí y con un poco de velocidad, pude rebasarlo y le grité de regreso las mismas palabras.

Y como en las películas, me reí con algo de arrogancia mientras lo rebasaba. Al regresar mi mirada adelante, se me hicieron los ojos como platos.

Lo que no había contemplado era el muelle en frente de mí. Lo esquivé demasiado tarde y con la arena suave abajo, me caí como si fuera una cucaracha solitaria.

Nos botamos de la risa y el nombre se quedó. Podría ser que es “Tekilo” para todos los demás pero para mí, siempre será “Irapuato”.
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Un día, me lo encontré en la Zona Hotelera. Con algo de admiración, le explicó a una amiga que yo había hecho un 70.3. Hasta este momento, él nunca había hecho un triatlón pero leyó mis crónicas.

Él quería hacer uno.

Desde entonces, me volví su “madrina de triatlones” mientras progresaba por un número de triatlones, también corriendo un medio maratón todos los días por un mes.

Y hoy, iba a hacer su primer Ironman completo.
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Sensei, Lola y Alma en el
Ironman Cozumel 2011
Lola, Sensei, Alma y yo tomamos el ferry a Cozumel, nuestras bicis bien resguardados. Llegamos justo cuando los pros estaban terminando su primera vuelta en bici. Echándoles porras desde la sombra de las palmas, decidimos a mover e ir a una de los centros de abastecimiento.

En el puesto, nos topamos con Susana, quien estaba de juez de penalti. Después de una hora de estar sacando botellas de los manglares en el sol que se caía como plomo, más seguían lloviendo allí. En un momento, un triatleta quien acaba de tomar su agua arrojó su ánfora a los arbustos.

Me pegó justo en el muslo.

Otro triatleta que seguía detrás de él y se mostró desaprobación.

“Que mala onda,” dijo.

Solamente me hizo reír.
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Hubo un grupo de triatletas gritando por geles, agua, Gatorade. Una triatleta con un acento claramente argentino quejó en voz alta.

“¡Una banana! ¡Che, necesito una banana!”

Todos necesitamos, cariño. Absolutamente todos.
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Triatleta que hizo 180 km en una bici normal
y sin una pierna en el Ironman Cozumel 2011
Me fui por unas ánforas en medio de la calle para que los competidores no tuvieran accidentes innecesario. Cuando regrese, vi una mujer en bici pasar.

Me quedé boquiabierta.

Nada más tenia una pierna. Pero esto, por tan extraordinario que era, no era la cosa más extraordinaria. Lo que me asombró era que no traía una pierna prostética.

Pedaleó los 180 kilómetros con solo una pierna.

Soy una güevona.
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Decidimos regresar así que nos despedimos de Susana. Hacia la entrada al centro de abastecimiento, conocimos a Grace de Tejas. Su novio se le había prestado una llanta tubular y ya usó su reserva. Estaba esperando a escuchar, por medio del radio, si alguien tenía otra pero ya sabía que estaba afuera.

Nos fuimos y le deseamos suerte. Nos sonrió y aceptó que a veces, así son las cosas.

Un kilómetro más adelante, sin embargo, nos paramos. Lola seguía pensando en Grace.

Ella preguntó al aire en voz alta si debía de regresar y prestarle su bici de montaña para que pudiera terminar.

Volteé mi bici porque sabía que Lola no iba a poder dejar de pensarlo. Y mientras la seguía de regreso, viéndola en un sprint, sabia que lo que Lola quería era lo que todos quienes han hecho una competencia quiere: terminar. Su deseo tan honesto e inocente para darle a esta mujer todas las oportunidades para terminar un hecho tan monumental como es un Ironman me tenía en un sprint tras de ella.

Porque quería que terminara también.

Nos enteramos que como cada competidor fue fotografiado con su bici cuando la enrackaron, un substituto no será permitido.

“Realmente agradezco el gesto,” dijo Grace, mientras nos saludamos de mano.

Yo también, Grace. Yo también.
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En el centro, los pros ya estaban en la última etapa. Decidimos estacionar nuestras bicis e ir a comer antes de que todos los demás regresaran. Y desde la ventana del café del super, vimos caer una tormenta, forzando a todos a esconderse debajo de cualquier techo que encontraban.

Después de la lluvia, el rugir de los motores de los biplanos tenía a todos mirando hacia el cielo. Volaban tan cerca al suelo que si estuviéramos en los EU, la Administración Federal de Aviación estarían volviéndose locos.
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Fer Maraton en plena carrera en el
Ironman Cozumel 2011
Caminamos un poco mas adelante sobre la calle para esperar nuestros amigos y estacionarnos en un punto sobre el camellón. Voltee justo cuando Fer Maratón iba a pasar. Estaba gritándole como una loca, emocionada de verlo. Con urgencia, señaló su mano y me pasó una prenda.

“TE QUIERO, FER!” le grité. Estaba muy emocionada.

Hasta que vi lo que traía en mi mano.

Se parece al… cojin de un par de… ¡¿shorts para bici?!

Traía en mi mano los shorts sudados de Fer, al revés, con mi mano sobre el cojín.

“TE ODIO, FER!”

De inmediato, puso los shorts en una bolsa de plástico que encontramos en la calle y busque algo con que lavar a mi mano contaminada.
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Ruben Grande en el
Ironman Cozumel 2011
Rubén Grande, un triatleta local muy conocido, nos paso y me fui a correr con el. Mi respeto y admiración para el hombre es algo que aguardo muy cerca al corazón. Estaba sonriendo cuando me comenta, “Has bajado de peso.”

Me sorprendía. El estaba haciendo un Ironman, corriendo el tramo del maratón mientras otros estaban volviéndose desorientados y casi chocándose con las paredes porque se vaciaron tanto de energía que ni siquiera conocían sus propios nombres. Y el, sonriendo y hablando conmigo como si estuviéramos charlando en un café, con lattes en mano.

Regresé a mi lugar con una sonrisa.
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Pasándolo bien con Team Tekilo, me enteré que se ponchó en la bici y estaba apenas terminando su primera vuelta de la carrera. Cuando apareció, corrí con el a la vuelta y volvimos con Heriberto, los dos echándole porras.

Corrí con el hasta que no pudo mas. El silencio que hubo estaba lleno de su determinación para terminar y mis palabras.

“Corriste un medio maratón todos los días por un mes entero. No me puedas decir que no puedes hacer esto. No te lo acepto,” le dije. Caminó y su mirada se enfocó sobre algo interesante en el suelo.

“Eres mi héroe,” le dije en voz baja.

“No,” me contesto. “Tu eres mi héroe.”

Heriberto y Irapuato en el
Ironman Cozumel 2011
Bajé la mirada. No supe que decir. Había un agradecimiento tan grande que llenaba todos aquellos espacios vacíos en el aire entre nosotros. ¿Como puedes agradecerle a alguien quien ha leído tus palabras, ha escuchado tus relatos y ha querido sentir la pasión que tu tienes, y ha rebasado toda expectativa? Era el cumplido más grande, pagado de la forma más humilde y mostrado con la intención más noble.

Irapuato empezó de hablar de su trabajo en Cozumel y que lleva un rato viviendo allí.

Yo estaba tratando de evitar de hablar para que no se diera cuenta de mi voz llorosa que traía.

Me mandó de regreso con su botella de electrolitos, media llena.

“Te veo en la meta,” me dijo y seguía caminando. No tuve el corazón de decirle que me tenía que ir. Que no pude quedarme en la isla. Que el último ferry salio a las 9 p.m. y ya eran las 8. Que tenía que trabajar el siguiente día. Sentía como una traidora y trate de explicárselo a Joice. Ella dijo que entendería y que agradece que todos estuvieron allí.

Y pensé en los últimos dos años, como Irapuato ha estado allí conmigo en los últimos 500 metros del 70.3 de Cancún. Y como no iba a estar allí por el.

Me sentía como una caca.
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Estaba completamente demacrado y se veía como si se hubiera bajado unos kilos aquel día pero a las12:04, Fer Maratón termino su primer Ironman.

Y mientras tomamos un mojito, pensé en toda aquella gente quienes hayan leído mis crónicas y como empiezan a creer que quizá, tal vez, el cielo es el límite. Y como nunca se caerán de nuevo porque creer es contagioso. Y de que tan poderosos son realmente porque siempre han sido.
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Tal vez nunca has hecho más que caminar desde tu lugar al baño en el trabajo. O tal vez estas apenas empezando a correr. O tal vez no estas dispuesto a dejar de comer pizza para bajar de peso. Tal vez son muchas cosas que te detienen.

Pero esto no detuvo a Rubén Grande. Y no detuvo a aquella triatleta que pedaleo su bici 180 km con nada más una pierna. Y por tanto que querían tirar la toalla y parar la locura, tampoco les detuvo a Fer ni a Irapuato. Porque aunque empezó ser algo que nada mas se trataba de uno, se ha vuelto a tratarse de todos. De toda la gente quienes te decían que estas loco. Todos quienes trataron de convencerte a estar de parranda hasta las primeras horas de la noche cuando tenías una nadada en agua fría el siguiente día. Y todos aquellos quienes te decían que te subas a la bici y te levantes cuando ni siquiera te podías levantarte de la cama. Todos aquellos quienes aguantaban lluvia y sol, esperándote para que nada más pases y supieras que alguien te estaba esperando.

Todos aquellos quienes te quieren recordar que también se trata de ellos.

Todos aquellos quienes nada más quieren que termines porque saben cuanto te significa.

Todos aquellos.

Como tú.

Como yo. 
"Una Milla Mas 112 MI"