Thursday, September 24, 2009

Cueste lo que Cueste: Cronica Fumikense del Ironman 70.3 Cancun 2009

Creo que no sabes de que eres capaz hasta que lo intentas.

Por un año, estaba diciendo que voy a hacer mi primer medio Ironman. He estado entrenando, viviendo prácticamente en la alberca, sobre la pista, montada en la bici. Descansé cuando los expertos decían que debo de y comía y hacía los sacrificios culinarios que van en contra de mi naturaleza de alta cocina de la catadora en mi.

En las semanas previas al evento, las dos personas quienes yo sabía que iban a hacerlo estaban paulatinamente haciéndose más nerviosos. Los días previos al evento eran peores.

Yo, sin embargo, estaba alreves: lo consideraba como una sesión de entrenamiento muy largo. Me empecé a poner nerviosa cuando fuimos a enrackar nuestras bicis el día anterior. Fernando, amigo de la natación, y yo fuimos a babosear, admirando las super bicis que estaban llegando, como si fuéramos niños en una dulcería.

Fue entonces cuando la vimos: una Felt completamente personalizada con todo en fibra de carbono, de rosa y verde. El nombre en el cuadro decía: Michellie Jones.

QuE?!

Elite campeona mundial del Ironman Kona Michellie Jones esta en Cancún.

Casi cagué Twinkies Dalmatas.

Fue entonces que me empecé a poner nerviosa. No tanto porque pueda considerarme su competencia pero porque hasta entonces, había participado en sprints locales donde las estrellas eran nada mas esto: locales.

Esto iba a ser una sesión de entrenamiento con los super elite de escala internacional.

Chispales….

Y saber que otros Ironmans de reconocimiento mundial estaban también competiendo no ayudo mi estado.

El día de la competencia: a las 5:15, Fernando y yo llegamos. Estábamos viendo los otros atletas llegar cuando decidimos ya era hora. Organicé mi transición como si fuera puesto de tianguis, vendiendo discos piratas: bloqueador, lubricante, aflojador de músculos, zapatos de clip, toalla, gorra, lentes para el sol, zapatos para correr, calcetines, ánfora de agua, Gatorade, numero de competidor, casco.

Después de checar todo tres veces, fuimos a la playa para empezar el arranque. Había otra gente quienes ya estaban nadando para calentar antes del evento. Estaba hasta la cintura en el mar, a punto de aflojar, cuando volteé y vi el amanecer. Era de un color de nieve de naranja, delineando las nubes de color azul crepúsculo. La belleza sencilla de la escena me movió algo muy adentro de mí, recordándome que mi tío diabético acaba de tener sus dos piernas amputadas, tiene que hacer diálisis de riñones y ha tenido hemorragia de cerebro. Me recordó que hace un año, yo era la espectadora.

Y ahora soy una competidora y soy muy afortunada para ser una.

Este pensamiento me pegó tan duro que me arrancó una emoción tan fuerte y empecé a sollozar. Fer me abrazó sin entender que me estaba pasando por la mente e imaginaba que estaba nerviosa. Me decía que estoy en casa y que conozco la ruta, la gente, las condiciones, el clima. Que la puedo hacer.

Uno por uno, las oleadas salieron. Los nervios empezaron a aumentar cuando mi oleada fue llamada y llegué al punto de arranque, esperando la salida.

Mi ritmo cardiaco subió a 127.

La sirena.

Nadaba crol modificado para que no llegara a Cuba y me desvié nada más dos veces: una vez cuando estaba siguiendo otro nadador y una segunda vez cuando, con la mirada pegada a la última boya, casi rebasé las boyas de en medio por el lado equivocado. Nadé, manteniéndolas a mi izquierda y me fui a la salida.

Nota mental: Nunca sigues a otros nadadores porque, igual que tu, pueden estar pendejeando también.

Afuera del agua, la Transición 1 estaba a 250 metros. Corrí y una vez mas, estaba mentalmente dando abrazos de oso a mi instructor loco de natación quién nos hacía entrenamientos de nadar velocidad por 25 metros, salir por el borde de la alberca (y no por las escaleras), correr al otro extremo y de nuevo. Por media hora.

Pude rebasar otro competidor mientras corría por el parque a la T1.

Mi bici era fácil de encontrar ya que todos los demás competidores estaban en la ruta. Me había sentido algo torpe por la cuestión que no se subir ni bajar de la bici con los clips ya puestos en los pedales y porque me puse un jersey para cargar mi comida. Sin embargo, había gente en la T1 quienes estaban tomando su tiempo, poniendo sus playeras, secándose, comiendo.

Subí a la bici y empecé los 90 km. Cuando pedaleé a donde estaba el tramo de donde tenemos que dar dos vueltas, llegué justo a tiempo para ver los elite terminando su primera vuelta. Adelante de mi, estaba el número 1024, rodando a un ritmo tranquilo. Me di cuenta que apenas empezó la bici también.

1024.

10:24 es una hora. Y yo voy contra reloj.

Lo fui a rebasar.

Cuando los elite me rebasaron en su segunda vuelta, escuché el sonido de las llantas de disco completo remolinar. El sonido parecía al rugir de los leones. En mi delirio e emoción de estar en una competencia con atletas tan increíbles, pensé que aún estaría en éxtasis al ser tirada de mi bici por un atleta así.

En el regreso para mi segunda vuelta, había nada más unos tantos quienes todavía estábamos haciendo el tramo de la bici. En la distancia, vi las nubes oscuras ambular por la Zona Hotelera.

Ahí viene la lluvia.

Enracké mi bici y me cambié para correr. Desde las gradas, pude escuchar la ceremonia no-oficial de premiación de los ganadores elite. En la carrera, todavía había muchos corredores, algunos caminando. Por la primera vez en mi vida, me sentí muy bien saliendo de la T2. Boyante y sonriente, corría mientras pensaba que honestamente me sentía mucho mejor que como los demás se veían. Algunos caminaban un buen tramo. Otros se quedaron sentados en la banqueta. Y todavía otras se veían como que todavía tenían pila para terminar. Mientras nos regó una lluvia torrencial, extendí mis brazos hacia el cielo y daba gracias que no se puso caluroso e húmedo el clima.

Estaba felizmente distraída por los cuerpos que me pasaban. ¿280 era su número de competidor o su precio?

Si me alcanza para pagar esto.

Para la segunda vuelta, ya había menos atletas, cuando alcancé a Jackie, a quien conocí en la bici (vio que traía un jersey de Vancouver y pensaba que era una paisana suya).

"¡Vámonos Vancouver! ¡Tu puedes!"

Corríamos al par para la segunda vuelta y cuando subíamos el cerro para entrar a la Zona Hotelera y a los últimos 10 kilómetros, me preguntó que tan lejos estaba la vuelta. Técnicamente hablando, sabía que estaba lejos pero ella se veía con ganas de salir de la competencia. A todos quienes nos pasaban, les preguntaba si estábamos lejos. Todos le contestaron que estábamos muy cerca.

"¡Mira Jackie! ¡Veo la carpa desde aquí! ¡Allí está la vuelta!" Aumentaba la velocidad para alentarse cuando se dio cuenta que no era la vuelta y aún faltaba.

La frustración le estaba pesando. Admitió que estaba un poco pasada de peso y odiaba el hecho que su peso la retrasa. Esforzándose, su cara se veía adolorida. Compadecía con ella porque se lo que siente esto.

Un hombre en una motoneta se acercó y nos preguntó si necesitábamos algo. Jackie mantenía su mirada hacia adelante y le contestó a secas. El comentaba en español que se le hacia muy seria Jackie. Le dije que era porque ella quería una medalla y playera de compleción de la prueba.

"Dejan de entregarlas a los ocho horas...en mas o menos 30 minutos," respondió el.

Pero yo sabía que era lo que le preocupaba a Jackie. Se trataba de más que un pedazo de metal y una prenda. Se trataba de completar. Se trataba de aprobación. Era como cuando estabas en la primaria y la maestra no te contaba como parte de la clase. Hiciste toda la tarea pero de todos modos te dio un 0. De esto se trataba.

"Ya casi llegamos, ¿verdad?"

Veía a su reloj a cada rato. Los minutos se volaban. Ella quería llegar antes de que cerrara todo.

En camino a la meta, muchos de los triatletas iban en sus bicis de regreso a sus hoteles. La mayoría nos echaban porras.

"¡Ya casi llegas!" gritaban. Triatletas son realmente gente muy positiva y feliz.

Nota mental: Mi siguiente novio tendría que ser un triatleta.

En las últimas dos millas, el esposo de Jackie nos acompañó y corrió a nuestro ritmo, llevándole agua y animándola a seguirle.

De repente, las torres de Wet 'n Wild se asomaron. Ya casi llegamos.

Daniel, un muy buen amigo de la natación y a punto de hacer su primer triatlón, el Ironman de Cozumel, me alcanzó en los últimos 600 metros de la meta.

"Te dije que iba a estar y aquí estoy. Vámonos. Tenemos unos minutos mas antes de que apaguen el reloj."

Corrió conmigo mientras mis amigos, espectadores y otros atletas nos animaban. Jackie se adelantó.

"¡Ya eres una Ironman!" me gritó un competidor.

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Cuando era una niña, otras niñas querían ser princesas y reinas.

Yo quería ser una superhéroe.

Ahora soy una Ironman.

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Estas palabras me provocaron una avalancha de emociones mientras una lagrima salio de la esquina de mi ojo.

"Vamos Jackie. Casi llegamos." La voz se me quebraba mientras aumenté velocidad y di vuelta a entrar al parque.

Y cuando vi la meta y el comentarista anunciando mi llegada, mis amigos estaban allí, esperándome. Tuve que tapar la boca con mi mano para que no me soltaran las lágrimas.

Mis pies traían ampollas. Estaba mojada y sudada pero mis amigos me abrazaron sin pensarlo dos veces, mientras lloraba. Mi tiempo oficial: 8:09:04.

Le estaban dando masaje a Jackie cuando me acerqué.

"No lo pude haber hecho sin ti," me dijo, viéndome fijamente. Le apreté la mano porque las dos sabíamos que nos costó este momento.

La noche terminó con unos cuantos amigos en camino a la premiación oficial. Llegamos justo cuando premiaron las elite. Michellie Jones llegó en primer lugar para las mujeres. Mientras las categorías fueron anunciadas, y hasta uno de los ganadores de categoría 60-69 bailaba en el escenario, me quedaba asombrada por el mundo al cual me bautizaron.

Ya terminado la premiación, empezaron a anunciar el sorteo para los lugares para el Mundial de Ironman 70.3 en Clearwater, Florida. Sin otra razón más que porque estaban muy cómodas las sillas, mis amigos y yo nos quedamos a ver a quienes seleccionaron. Uno por uno, los competidores fueron llamados y aceptaron sus slots. Otros no estaban para aceptar y sus lugares fueron entregados a otros. Llegaron a la categoría femenil, 35-39 y la anfitriona dijo un nombre que no esperaba escuchar:

"Fumiko Nobukoa."

¡¿QuE?!

Fue probablemente la única palabra en mi vocabulario por los siguientes 10 minutos.

El apellido estaba todo mal pero no puede haber otra Fumiko. ¿Realmente me llamaron? Para mí, conseguir un slot para Clearwater era como ser invitada a las Olimpiadas o rodar en Astana con Armstrong.

¡¿QuE?!

Y así terminó el día. No acepté mi slot a Clearwater pero voy a entrenar duro para una carrera digna en caso de que decidan a aceptarme de nuevo.

El día se repitió en mi cabeza y mientras me quedaba dormida, supe que estas tan fuerte como la parte mas débil. Entendí que con cada competencia que hago, mi debilidad se va a ser más fuerte. Que aunque la distancia máxima que había corrido antes del Ironman era 16 kilómetros, las ganas para correr los 21 eran las que me daban alas.

Que realmente lo quise con todo mi corazón. Cueste lo que cueste.

3 comments:

  1. Fumi... NO sabes como disfrute tu Reseña, tu experiencia, y de verdad no sabes el gusto que me dio verte pasar en al carrera. Muchos se sentian cansados y agotados por el sol, algunos otros tenian compromisos, pero la verdad es que algunos dijimos de aqui no nos vamos por lo menos hasta que pase una vez Fumi... y ahi fue cuando todos gritamos Fumi!, Fumi!, Fumi!, yo estaba del otro lado de donde todos estaban sentados, pero me emociono verte!!! esa es mi Fumi!!!, ahora ya toda una IronWoman!!! y la verdad te felicito desde lo mas profundo de mi corazon porque eres una mujer de metas... y de metas cumplidas... con todo mi respeto y admiracion, tu siempre fan

    Alberto Cardenas
    MTB Cancun & Riviera Maya

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  2. Hay Fumiko ojala todos Vibraran y lo expresaran igual que tu, ERES LA NETA.
    Un abrazote de mi parte.

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  3. VIVA TOTORO hermosoo!!!! Te quiero! Yvette

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