Tuesday, September 21, 2010

Un Nuevo Sombrero: Crónica Fumikense de la 5ta (e Última) Edición del Cancún Ironman 70.3, 2010

El jueves antes de la competencia: acababa de terminar dos vueltas nadando en Las Perlas y un 4x1000 metros, cuando estaba rodando a mi casa.

Se había llovido y las calles estaban llenas de charcos. Por la Telebodega de Las Americas, se había llenado tanto de agua que se tapaba un carril entero. Un camión llegó justo antes de mi y se fue por la parte donde no había agua justo cuando estaba contemplando ir por allí. No me dejó otra opción más que ir por el charco.

Como el agua era lodosa, nunca vi el bache.

La bici se me quedó de sombrero.

Estaba sentada en el charco y el camionero ni se digno a parar. Pasó otro inmediatamente después pero tampoco se detuvo.



Saldo del acontecimiento: varios moretones que empieza abajo de la rodilla izquierda hasta el pelvis; moretón y raspón en la otra rodilla; golpe en el ingle; brazo y mano izquierdos raspados y un golpe al temple derecho, cuando me pegó el manubrio de lado.

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"Mira, esta parte es tu músculo," señaló el Dr. Wajid. El cursor del ultrasonido de mi pierna se apuntaba a la mitad de la pantalla, donde se veía algo que parecía a cordones negros. "Y está," señalando a lo que se veía como rasguños grises, arriba de los cordones, " es grasa."

"Aquí está el moretón." Puso el cursor sobre una mancha negra entre los rasguños grises.

El golpe no se había llegado al muslo lo cual quiere decir que no me iba a dejar fuera de la competencia.

Por la primera vez en mi vida, no me molestaba que un hombre me diga gorda.



Ya para la mañana del Iron, sin embargo, mi pierna izquierda parecía una comparsa de Carnaval: colores como un morado vivo hasta un amarillo maíz. En medio, había una sección de inflamación que era tan grande como mi mano, claramente marcando donde fue más fuerte el golpe.



Ya en la zona de transición, Dani y yo fuimos a preparar nuestros lugares. Pude saludar a muchos amigos quienes yo no esperaba ver y a los dos elites/héroes que más estimo, Michellie Jones y Oscar Galíndez, antes de entrar al agua.



Luego, la llamada de las oleadas masculinas. Veo mi Garmin: mi pulso andaba en 83.


Como había tantas mujeres este año, nuestra oleada era una salida masiva.



La corneta.



Estuve acompañada en toda la nadada, algo insólito ya que el año pasado era una de las últimas en salir. Corrí hacía la transición y vi que había más bicis enrakados que el año pasado. Buena señal.

Puse mi jersey y mis geles, Gatorade en polvo y las gomitas de electrolitos se me cayeron de las bolsas traseras como si fuera un botín de super. Metí todo que se me cayeron en cualquier bolsa de mi jersey. Levanté la pierna del short para poner un poco de Body Glide Fx para el dolor.



Escuché una exclamación de sorpresa. Creo que se ve aparatoso el moretón.



Agarré mi bici y me fui corriendo.



Los primeros 25 kilómetros fueron de lujo. Pedaleaba bien, rebasaba gente, no había tanto calor.


Fue en el regreso de la primera vuelta que se cambiaron las cosas. Hubo mucho viento en contra y veía las nubes negras llegar en la distancia. Había sol todavía donde estaba yo pero más adelante, el camino y los árboles eran parte de un camino hacía las sombras lluviosas.

Mantenía una actitud muy boyante cuando de repente, pasó algo que no quise que pasara.

Tonk.

¿Que fue esto?

Tonk.

¿Es el suelo?

Tonk.

No es el suelo.

Volteo para abajo y veo la llanta trasera aplastada debajo del rin.

Me bajé y cambié la llanta. Seguía el camino cuando otra vez, unos 20 minutos después, siento la llanta baja. Me pegó una realización preocupante:

Ya no tengo más cámaras.

Quité la llanta, saqué la cámara y encontré el culpable: un alambre. ¿Por que no la revisé la vez pasada? Agarré la cámara ponchada y la alcé para que me vieran los demás competidores.

Alguien regálame una cámara. Por favor.

"¡Fumi!"

Era Fer Luna. Vino pedaleando desde la transición en su papel de pepenero. Tan bueno que fue su bote que encontró una cámara que alguien había tirado. Un mecánico del evento llegó justo después y me cambió la llanta. Me fui sabiendo que alguien me estaba cuidando.

La lluvia nos cayó de tormenta pero nadie se detuvo.

Ya para la segunda vuelta, con las dos ponchadas que tuve más el viento en contra, el tiempo se corría y no había tanta gente. El camino lo veía muy largo y el regreso me estaba pesando. Pensé que si puedo llegar al Km 60, puedo terminar todo. Y cuando vi la lona del centro de abastecimiento, el último antes de regresar a la transición, supe que estaba más cerca.



Todos los voluntarios se estallaron en aplausos y gritos cuando llegué y mientras subía al pendiente para regresar a la ZH, casi me puse a llorar.



En la transición, se me acercó Aline, jueza mayor.


"Competidora 985, tienes 2 minutos para salir de transición. Si no, ya no sales a la carrera."

Puse mis zapatos de volada sin lavar los pies, un hecho que recordaré durante la carrera ya que los pedazos de asfalto, tierra y piedras me recordaban a cada paso.



Tomé los primeros 10.5 kilómetros con algo de tranquilidad. Me sentía bien y veía como caminaban mucha gente. Para esto, ya había sol y se caía como plomo. Pero supe que lo tenía que correr tranquilamente para poder aguantar la segunda vuelta. Cuando la dichosa segunda vuelta llegó, sin embargo, algo cambió dentro de mi. Mi cuerpo necesitaba algo más. Ya la agua fría no me hacia tanto efecto como antes. La hidratación no me levantaba. No quería comer. Sentía partes de mi entumirse.



Pero repetía en mi mente que los primeros 10 tengo que correr más lentos que los siguientes cinco y los últimos dos, hay que darles con todo.



Las piedras en mis zapatos se brincaban pero no me quería parar para sacarlas.

Aguanto.

Tienes que aguantar.

Sentía como la sonrisa de hace rato se me derretía y se deslizaba de la cara. Veía mi reloj y supe que no iba a llegar dentro de las siete horas.

"Tranquila Fu," la voz en mi cabeza me decía. "O te vas al carajo."
"¡Bien hecho! ¡Mantente floja!" me dijo un competidor, mientras me pasó de regreso a su hotel.
Tengo que terminar.

¿Y si lo camino? ¿Y si no lo termino? ¿Y si me paro para sacar las piedras? ¿Por que estoy haciendo esto?

Pero el cuerpo seguía. Cada vez que me bañaron de agua fría, sentía como por un segundo me enfriaba para que luego sentir que no me habían echado agua helada. Mi cabeza se ardía aún con hielos puestos. Ya necesitaba llegar.

No me acuerdo que este camino tenía tantas vueltas. ¿Cuando se va a terminar todo esto?



Y luego vi el letrero: 900 m para la meta.



Levanté los talones como en todas estas sesiones de entrenamiento durante estas últimas tres semanas y trate de ir lo más rápido que pude. A los 500 metros, mi amigo Irapuato y los del TriBlueTeam estaban. Cuando me vieron, empezaron a gritarme, echándome porras.

Y fue entonces que Irapuato me gritó:


"¡TE AMO FUMI!"


Y supe para quien lo estaba haciendo: estoy haciendo esto para ellos.

Lo estoy haciendo para mí.

Se rompió algo adentro y llorando a gota tendida, fui hacia la meta. Todos en el camino me aplaudieron y no pude dejar de llorar. No se que me decían. No supe quienes eran. Pero supe que en ningún momento me dejaron.

Y como toda una torera, partí plaza. El sol se brillaba sobre el bordado de mi traje de luces, lo cual era el sudor de mi cuerpo. Salí del callejon al medio de la plaza y quité mi sombrero, la montera negra, y sobre mi eje, giré lentamente. Montera en mano, saludé a todos de la plaza, la cual estaba repleto de mi gente: todos quienes me regalaron partes de la inscripción del Ironman para mi cumpleaños; Willy, quién por pura casualidad, me vio en la carrera y dio reversa en su coche, emocionadísimo que estoy haciendo esta locura; los MTBeros, quienes salieron a apoyarnos; los de la Cruz Roja quienes estaban en la meta esperándome; los 3BTeros con su tambor y sus cánticos; los de Go Cycle; mis amigos jueces quienes eran testigos a mi llanto y todos los quienes llevaba conmigo y no pudieron estar. Pero también estaba la gente desconocida: los voluntarios de los centros de abastecimiento; el señor que me bañaba de agua helada y ofrecía a bañar mis piernas; los jueces quienes me animaban a seguirle; la competidora quién me decía que soy grande; la otra que me decía que faltaba una milla para la vuelta; los quienes me decían "¡bien hecho!" para animarme, ya cuando mi voz era un breve murmullo.

Aviento la montera y se cae sobre la tierra, boca abajo, un signo de buena suerte. Había conquistado una lesión pre-competencia, dos llantas ponchadas, vientos torrenciales, calores infernales, humedad y mis propios demonios. Incluyéndole a este medio Ironman, era la séptima vez este año que había hecho una rodada larga.

Gracias por apoyarme. Va por ti.

3 comments:

  1. Marilupe Priesca de O.September 22, 2010 at 1:15 PM

    como siempre, leer lo que escribes es vivirlo.
    estoy muy orgullosa de ti!
    te quiero mucho Fumi!!!!!
    Marilupe

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  2. increíble cancun siempre lleno de vida y actividades increíbles.
    Ya hice mi reserva en un Hotel en Cancún

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  3. hola, felicitaciones por el blog. que actividad tan maravillosa, hace varios años que con mi familia viajamos a mexico y este verano estamos buscando un buen hotel en Cancún para disfrutar en familia. espero poder regresar siempre.

    saludos desde Argentina

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